Tabla de contenidos
A lo largo de tu vida habrás oído el término de hipocondría, y es posible que alguien te haya dicho que eres hipocondríaco cada vez que sientes que algo no está bien con tu salud. Este término se define como una afección caracterizada por una preocupación constante y angustiosa por la salud, teniendo esta un papel central en la vida de quien la padece, generando una hipersensibilidad e hipervigilancia constante hacia los cambios o reacciones que ocurren en tu cuerpo.
Preocuparte por tu salud es algo adaptativo, sin embargo, deja de serlo cuando la preocupación es extrema y sobre algo que realmente no está pasando
“Siempre estoy pensando que tengo algo malo” es la frase estrella de las personas hipocondríacas, pero… ¿cuáles son los principales síntomas de la hipocondría? Los resumimos a continuación:
La ansiedad acaba monitorizando la vida de la persona, dando lugar a síntomas depresivos, falta de concentración, insomnio, y un largo etc.
Saber cómo curar la hipocondría implica diferentes pasos:
El objetivo de la conducta hipocondríaca no es solo evitar una enfermedad, sino también evitar pensamientos y sensaciones que nos hacen sentir que vamos a morir o que tenemos una enfermedad, lo que a largo plazo acaba siendo muy destructivo.
Es importante echar la vista atrás para comprender por qué me comporto de esta forma y así dar sentido a la hipocondría. Por ejemplo:
No solamente el miedo a la muerte y a la enfermedad están a la base de la hipocondría, sino también el miedo a sentirnos frágiles y vulnerables. Con el fin de evitar contactar con ello, la persona se atrapa a sí misma en una búsqueda constante de seguridad y control. En dicha búsqueda, lo que acaba sucediendo es que se reprimen dichas emociones (que son primarias), enterrándolas en ansiedad o desesperanza (que son secundarias), manifestadas, por ejemplo, a través de la rumia o la autocrítica constante.
Es importante que te des permiso para experimentar el malestar vinculado a la hipocondría. Ten en cuenta que por tu historia de vida la presencia de ansiedad es inevitable, y luchar contra ella acaba siendo más un problema que una solución. El cuerpo es sabio y te está avisando de que algo no va bien, lo cual puede motivarte a buscar ayuda y trabajar sobre viejas heridas emocionales no sanadas.
Por último, a parte de estos pasos, si dispones de los recursos necesarios es recomendable que busques ayuda de un profesional de la psicología.