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La decepción de un amigo o un familiar es algo duro de afrontar, especialmente si no es la primera vez que tienes este sentimiento. Al fin y al cabo, confiar en una persona y que al cabo del tiempo te acabe traicionando, no solo te hace sentir mal por la traición en sí, sino por el sentimiento de culpa por “no haber visto las señales con tiempo”.
El sentimiento de decepción puede ser el resultado de la mezcla de muchos sentimientos como la rabia, la tristeza, la sorpresa, etc., sentimientos que pueden surgir hacia la persona que te decepciona, hacia ti, o incluso a otras personas. Sin embargo, la emoción central que predomina en la decepción es la tristeza, ya que el hecho de que alguien en quien confiabas no acabe siendo la persona que creías, es algo profundamente triste. Es entonces cuando surge la rabia, la frustración, o la ansiedad, que aparecen de forma automática para protegerte de esa sensación dolorosa, y guían tu comportamiento a, o bien buscar justicia, o bien intentar dar explicación y sentido a la conducta de otro en base a suposiciones.
Otro tipo de emoción que puede predominar en tu dolor es el miedo, especialmente si has tenido experiencias de abandono en el pasado. El miedo a perder a la gente o a la soledad te pueden llevar a querer alejarte de las personas con el fin de no sentirlo dicho miedo, teniendo efectos aun más adversos a largo plazo.
Como se mencionó anteriormente, la tristeza suele ser el núcleo central de la decepción, y el resto de las emociones surgen con el objetivo de evitar que contactes con aquello que verdaderamente te duele. Estas otras emociones “secundarias” suelen tener también más presencia cuando a lo largo de tu vida has sufrido la decepción de la gente de forma constante. El darte permiso para sentirlas y expresarlas te ayudará de cara afrontar de forma más sana la decepción y futuras decepciones.
Que te decepcionen es una experiencia dolorosa de por sí, pero a veces nos puede llegar a afectar más de lo que creemos que debería, hasta el punto de condicionar futuras relaciones. Esto puede deberse a que en ti hay heridas del pasado que no han sido atendidas o sanadas, como historias de abandono y decepción de personas que eran significativas para ti. Por tanto, el que te decepcionen hoy en día, incluso personas con las que no tienes mucha relación pueden llegar a afectarte mucho, ya que te conecta con esas heridas. Identificar esto te ayuda a darle un sentido a tu malestar, pudiendo ser este el primer paso de cara a afrontar futuros abandonos.
En una situación de decepción, no somos responsables de lo que hace la otra persona, pero sí que podemos ver qué podemos hacer que nos pueda ayudar en el futuro. No poner límites al inicio de una relación puede hacer que las personas no te tomen en serio, por tanto, establecerlos desde un inicio de forma clara puede hacerte sentir más seguro en tus vínculos.
Como se ha mencionado, no puedes controlar los actos de los demás. Por tanto, si surgen sentimientos de culpa o frustración contigo mismo, debes saber que son intentos de dar explicación a una situación difícil. Hablarte bien, comprender tu dolor y validarlo es algo que puedes hacer por ti mismo y que te va a ayudar a gestionar la situación.
Disponer de un espacio seguro en el que expresar lo que de verdad te ha dolido de la decepción puede ser algo muy sanador para ti, pues verbalizarlo es muy terapéutico.
El perdón tras una decepción siempre es una opción, pero debes tener en cuenta si de verdad quieres perdonar o no. A veces perdonamos a otras personas por miedo a perder el vínculo, o por no desestabilizar un grupo de amigos, pero realmente no queríamos perdonarles o no al menos en ese momento, y a la larga esto nos hace sentir peor por diferentes cosas, o bien porque vemos que esa persona sigue igual, o bien porque creemos que no nos hemos respetado lo suficiente, volviendo la autocrítica.
Lo importante en este aspecto es identificar si la persona que te ha decepcionado es una persona buena para ti. Si es alguien que te ha hecho daño de forma continua y que solo mantienes en tu vida con el fin de evitar otros conflictos, igual lo más sano es romper ese vínculo. Sin embargo, si esa persona ha cometido un error y crees que el problema se puede solucionar y quieres hacerlo, permítete a ti mismo perdonarle. También es fundamental que las cosas se hagan de forma sincera, asertiva y con respeto mutuo.