Apego emocional: qué es y cómo gestionarlo

¿Qué es el apego emocional?

En los vínculos entre personas se mueve algo llamado “apego emocional”. Esto es un deseo de cercanía y acompañamiento de otras personas para sentirnos tranquilos y queridos. El apego emocional se desarrolla durante la infancia a través de nuestros vínculos primarios, es decir, nuestros padres. Según la forma de cuidarnos, de reaccionar a nuestras emociones y cómo responden a nuestras maneras de pedir atención y cuidado, vamos forjando nuestro estilo de apego emocional.

El apego emocional es un concepto que introdujo el psicoanálisis para dar explicación a cómo nos relacionamos con nuestros seres queridos y el impacto que esto tiene en futuras relaciones afectivas. Actualmente, es algo muy tratado en las relaciones de pareja. Conviene destacar que no es lo mismo el apego emocional que la dependencia emocional. La dependencia emocional es un deseo imperioso de estar cerca de alguien o de volcar nuestra responsabilidad afectiva sobre otra persona. El apego es nuestra forma de mostrar y pedir cariño, cercanía y amor.

¿Qué tipos de apego emocional hay?

Existen cuatro tipos de apego emocional:

  • Ansioso-ambivalente: este se corresponde con la persona que suele necesitar mucha cercanía, está muy pendiente de la otra persona y pide cariño de forma continuada. No tiene problemas para verbalizar lo que siente y esto a lo mejor puede abrumar a su pareja.
  • Evitativo: la persona que muestra este tipo de apego da la sensación de ser una persona más fría, necesita mucha distancia y espacio. Tiene dificultades para expresar sus emociones y parece que no sienten mucho, pero por dentro sienten conflicto.
  • Desorganizado: el apego desorganizado es una mezcla de ambos en la que la persona actúa como ansioso-ambivalente y, a continuación en la misma situación, como una persona de apego evitativo. Es un apego difícil de tratar puesto que son personas que se sienten muy desprotegidas y con una sensación de vacío muy grande.
  • Seguro: las personas con este tipo de apego son capaces de poder expresar lo que necesitan sin abrumar al otro, encontrar la distancia adecuada con otras personas y confiar en que los demás no les abandonarán.

Conviene aclarar que los tipos de apego no son categorías dicotómicas ni estáticas (o está presente este apego o no lo está), sino que cada persona lo expresa dentro de un espectro y hay grados. Por otro lado, es posible que dependiendo del tipo de persona a la que tengamos delante nuestro apego cambie y se mueva con el del otro, y viceversa.

¿Por qué ocasiona malestar el apego emocional?

Normalmente, cuando nos relacionamos con otras personas a nivel profundo nuestros apegos se ponen en marcha. Es habitual ver parejas que se complementen en cuanto a que uno de los dos miembros es de apego ansioso-ambivalente y el otro es de apego evitativo. En estas dinámicas son en las que nos quedamos enganchados a nivel sentimental, puesto que cuesta ver las necesidades del otro. Por ejemplo, el que es de un apego más ansioso sentirá que se preocupa mucho por la otra persona pero que su pareja no se preocupa lo suficiente por ella porque no se siente tan cuidada y vista como le gustaría. Asimismo, el que es más evitativo se sentirá desbordado por las emociones y deseos de la otra persona y tendrá dificultades para comunicarlo verbalmente.

Entonces, se genera una dinámica en la que te persigo para que me veas y me hagas caso (ansioso-ambivalente) y el otro se aleja porque se la hace demasiado para gestionar (evitativo). En definitiva, se genera un sentimiento de soledad en ambas partes dado que no terminan de acompañarse de una manera sana para los dos. Es aconsejable, si esto es algo que vives actualmente con tu pareja, puedas consultar a un terapeuta de pareja para que aprendáis a expresaros el uno con el otro y que os acompañéis de la forma más saludable y amorosa posible.

¿Se puede quitar el apego emocional?

Los apegos están muy marcados por las experiencias de crianza que hemos tenido con nuestros padres. Si bien es cierto que hay margen para poder tomar conciencia y actuar de formas más responsables (tanto con uno mismo como con la relación), el apego es complejo de cambiar. Lo necesario es tener la motivación para construir conjuntamente un proyecto con otra persona que se muestre disponible a lo mismo. Para ello, es necesario mostrarse atento y dispuesto a escuchar las necesidades del otro, desarrollar formas de comunicación que se adapten a las maneras de ser de cada miembro de la pareja y respetar los límites que se acuerden de antemano.

Aprende a escuchar tus emociones

Es muy importante el poder reconocer y poner nombre a las emociones y sensaciones que se nos mueven internamente, con el fin de poder expresarlas para que los demás nos entiendan y puedan cubrir lo que pedimos. Por otro lado, si mi grado de conciencia emocional aumenta, podré ser capaz de comprender mejor y de empatizar más con el resto de personas. Teniendo más posibilidades de formar vínculos satisfactorios, estables y duraderos. Para ello, date un espacio para poder parar y observar cómo estás con tu vida, dejándote llevar por las sensaciones que emergen al mirar dentro de ti.

Establece tus propios límites

Aprender a poner límites en nuestras relaciones es crucial para estar cómodos en el tiempo que compartimos con otras personas. Está bien decir “no” cuando no queremos participar en una actividad, no nos gusta algo o, simplemente, no nos apetece algo en ese momento. De esta manera, podemos protegernos a nosotros mismos para poder estar de una forma más auténtica con las personas que nos rodean. No te pongas en situaciones incómodas para ti solo por complacer al otro.

Pide lo que realmente necesites y sea posible

Resultará más accesible para los demás el que yo pida explícitamente lo que necesito si está expresado de forma precisa y, además, si es algo posible de realizar por la otra persona. Conviene ajustar mi necesidad con lo que mi entorno puede disponer para mí sin generar expectativas imposibles de cumplir.

Por ejemplo: “me gustaría que vinieras a recibirme a la puerta con un abrazo cada vez que vuelva a casa de trabajar para sentir que me cuidas y que estás ahí para mí”.

Muéstrate abierto y receptivo con la persona que tienes enfrente

Las relaciones no se basan solo en recibir y esperar a satisfacer lo que yo necesito. También se sostienen cuando aprendo a dar lo que pido y merezco recibir. Si logro prestarle atención a la persona que tengo delante y verdaderamente comprendo lo que me pide o me comunica, podremos establecer un puente de conexión más íntima y consciente que nos unirá de forma auténtica.

Por ejemplo: “pídeme algo que necesites, yo intentaré entender lo que me pides y te preguntaré si no me queda claro” o “comparte conmigo algo que quieras y te escucharé sin juzgarte ni intentar resolverlo”.