Fases del duelo amoroso para superar una ruptura

5 Feb 2024

Las fases del duelo en una ruptura

A menudo en nuestras vidas, experimentamos duelos de forma continua por diferentes motivos: despedidas de personas que se van lejos, etapas vitales que se cierran, trabajos que terminan… Por ello, es importante que tomemos conciencia de lo que supone un duelo y cuál es el curso natural hasta poder superarlo. El objetivo de un duelo es elaborar lo que supone la pérdida, poder aprender algo del tiempo compartido con lo que hemos perdido y mirar hacia delante para seguir con nuestra vida de forma satisfactoria. En este artículo, veremos más concretamente las fases de un duelo amoroso, un tema que está muy a la orden del día dada la instantaneidad de las relaciones a través de las redes sociales y las aplicaciones de citas.

Negación, incredulidad o shock

En esta primera fase, lo normal es entrar en un estado de congelación, de no dar crédito a lo que está sucediendo. Por ejemplo: “no puede ser que esto me esté pasando a mí”, “no me creo que vaya en serio con lo de dejarme” o “¿qué acabo de hacer cortando con mi pareja?”. Es como si, por un periodo de tiempo, no pudiésemos asumir la responsabilidad de lo que nos ha pasado ni las consecuencias que ello conlleva. Nos vemos momentáneamente desbordados por la tesitura de la situación y la decisión tomada por alguna de las dos partes. En esta fase, es importante darse tiempo y espacio a uno mismo para procesar y reposar la ruptura. O por lo menos empezar el proceso que va a suponer esta ruptura de pareja.

Ira

La ira es una emoción primaria cuyo objetivo es poner un límite y generar distancia con respecto al agente externo que nos hace sufrir o nos da miedo. Por ejemplo: “qué mala persona ha sido por dejarme”, “con todo lo que he dado por él/ella y ahora va y me deja”. Todavía no estamos preparados para ver cómo nos afecta a nosotros o lo que se nos mueve por dentro, por eso necesitamos poner la responsabilidad fuera y sacar nuestra rabia para quedarnos a gusto.

Aunque a veces la ira, si no se expresa hacia fuera, puede que se vuelva en nuestra contra y nos enfademos con nosotros mismos. “Soy un tonto por dejarla, ¿en qué estaría pensando?”, “lo he dado todo por mi pareja y aun así no ha servido de nada. ¿Cuándo aprenderé?”. En este caso, conviene que interioricemos la rabia hacia fuera, cambiando el foco y el objetivo de esta emoción hacia lo que nos ha hecho daño para que el duelo pueda avanzar. No significa que lo que expresemos desde la ira sea la verdad absoluta, sino que hay que expresar todo aquello que no fue dicho en el momento de la negación.

Negociación

Una vez hemos podido sacar esa ira y esa bilis que guardamos dentro, es el turno de dar un paso atrás y mirar con perspectiva la situación. Analizar cómo ha sido la relación para que hayamos llegado a este punto de romper, sin buscar culpables, solamente ver los momentos y factores que han llevado a que esta relación se deteriorase hasta tener que finalizar. Conforme observamos y nos damos cuenta de lo que falló, vamos asumiendo esa responsabilidad que en las fases anteriores no podíamos. Como por ejemplo: “pues puede ser que no le preguntase qué necesitaba en lugar de haberle dado todo”, “quizá no nos esforzamos por cultivar la chispa buscando planes nuevos”, “hubo discusiones en las que nos podríamos haber dicho las cosas de otra manera”.

Tristeza

En esta cuarta fase, aparece otra gran emoción primaria: la tristeza. La necesidad que subyace a la tristeza es elaborar la pérdida de algo que ya no volverá. Es una fase muy melancólica en la que empezamos a darnos cuenta de lo que hemos perdido y que no lo recuperaremos. La frase que podemos asociar a esta fase es la de “echo de menos…”, como suspirando lo que fue. Esta fase es la más dolorosa ya que conectamos con el dolor nuclear y la soledad que supone ya no estar con esa persona. Por ello, hay veces que querremos volver con la persona o pedir un último intento antes de cambiar. Pero esto no es real puesto que lo estamos diciendo desde el “no quiero quedarme solo/a”, no desde haber elaborado la pérdida y sentir que ya estamos en otra posición más sana para tener una relación amorosa.

Aceptación

Y llegamos, por fin, a la última fase: la aceptación de la ruptura. Hemos dado un espacio a poder procesar la pérdida de nuestra relación y hemos transitado por las fases del duelo anteriores de forma satisfactoria. Estamos en posición de agradecer a la otra persona la relación que hemos tenido y lo que nos ha aportado, perdonar (sobre todo a uno mismo) los posibles errores y aceptar que la relación amorosa ha terminado. Todo esto se nota en, tanto como nos miramos a nosotros mismos tras la relación, como en la manera en la que percibimos a la otra persona. Aparece también la compasión.

Por otra parte, aunque el duelo haya finalizado la cicatriz emocional va a seguir presente dentro de uno mismo. Esto es importante tenerlo presente a la hora de iniciar nuevos vínculos amorosos, ya que no queremos repetir aquello que nos dañó y no funcionó en el pasado. Lo que se pretende tras caminar por las fases del duelo es aprender de la relación que tuvimos y emplear esas lecciones en futuras relaciones.

¿Cómo saber en qué fase del duelo estás?

Conviene aclarar que las fases del duelo no son perfectamente lineales, es decir, hay momentos que podemos volver de una fase a otra o ir avanzando fases sin llegar a aceptar plenamente la ruptura amorosa. Cada persona tiene su ritmo de procesamiento interno y necesita un espacio para poder expresar y asimilar lo que ha supuesto la relación, como lo puede ser un espacio de psicoterapia. 

Una de las claves para tomar conciencia de la fase del duelo en la que se está es mirar qué emoción es la que más se hace presente o sentimos intensamente. Esto se puede averiguar a través de la pregunta: ¿qué siento que queda por decir? Por ejemplo: ¿Es algo que tiene más que ver con el enfado y sacar la ira? ¿Es más bien algo melancólico y triste? ¿Necesito evaluar cómo ha sido mi relación? ¿O sigo congelado frente a lo que ha pasado? Son algunas preguntas orientativas para acompañar el proceso y nos ayudarán a profundizar un poco en cada fase.

Otro elemento que suele ayudar a procesar y ver en qué fase puede que sigamos enganchados es escribir una carta a la otra persona (sin el objetivo de entregársela, es para uno mismo). En esa carta, expresaremos lo que necesitemos y que no podemos decirle a la otra persona. Es una forma de desahogo y de escucha de uno mismo, así como para resolver los asuntos internos que se han quedado pendientes.